EL TRÁNSITO ENTRE LA EDAD MEDIA Y EL RENACIMIENTO
Llamar Edad Media a un período histórico
conlleva ciertas problemáticas. Sobre todo, alimenta la idea de que su nombre
justamente surge de que este período está “en medio” de dos períodos
importantes (la Antigüedad y la Modernidad) y que, por lo tanto, no tiene
importancia en sí mismo. Sin embargo, esto ha sido muy discutido, porque la
Edad Media sí tuvo importancia en sí misma, pues en este momento histórico
también surgieron descubrimientos en las matemáticas, en la medicina, en el
arte, en la economía, en la política y en el pensamiento.
Fue el historiador alemán Christoph Cellarius,
en 1685, quien inventó la división de la historia en tres grandes períodos:
Antigüedad, Edad Media y Modernidad. Y fue él quien propulsó en cierta medida la
idea de que la Edad Media es básicamente un período de mil años de oscurantismo
religioso, algo así como un bache en el camino entre el Antiguo Mundo y el
Nuevo. Hoy los historiadores están de acuerdo en que esta visión negativa de la
Edad Media no se ajusta del todo a la verdad histórica.
Según la periodización que la mayoría de los
historiadores aceptan, la Edad Media es un período histórico que abarca mil
años, desde el siglo V hasta el siglo XV de nuestra era, más específicamente
desde la Caída del Imperio Romano hasta la Conquista de América. Pero la Edad
Media no es un período homogéneo, porque mil años es mucho tiempo para que una
sociedad, unos valores, una economía, unas costumbres y formas de vida se
mantengan sin variaciones. Se suele, por lo tanto, hacer una división de la
Edad Media en dos partes: la Alta y la Baja Edad Media. La Alta Edad Media
ocuparía de los siglos V al X, y la Baja de los siglos X al XV.
La Alta Edad Media estaría caracterizada
fundamentalmente por las siguientes características: en lo económico, vigencia
del sistema feudal, que consistía en un feudo cuyo dueño era el señor feudal y
cuyos siervos trabajaban la tierra a cambio de la protección del señor. En lo
cultural, las artes y las letras, es decir, todas las actividades del espíritu,
las practicaban únicamente los curas y líderes religiosos, y buscaban moralizar
al pueblo. Para ello, el arte casi siempre estaba basado en diferentes
episodios de la Biblia. En lo social, la estructura política se jerarquizaba
por estamentos, siendo los reyes y los señores feudales la cúspide de la
pirámide, luego venían los líderes religiosos, luego la milicia y los
caballeros, luego los campesinos y esclavos.
En la Baja Edad Media se dieron varios
cambios en esas áreas que fueron significativos: en lo económico, el
surgimiento de la burguesía y el fortalecimiento del comercio van dejando de
lado las actividades puramente agrarias típicas del feudalismo. Comienza a
haber una distribución de la riqueza más horizontal. En lo cultural, el arte
comienza a ser practicado por personas de todos los estamentos, y deja de ser
un privilegio de las clases sacerdotales. Por otro lado, comienza a practicarse
un arte más naturalista, que busca retratar, por ejemplo, escenas de la vida
cotidiana, y ya no se piensa únicamente en el arte como un medio para enseñar
religión y moral. En lo social, con la formación de los gremios y logias, la
participación política se vuelve más democrática y menos aristocrática. La
sociedad ya no está tan regida por los estamentos sociales fijos sino que
comienza a haber mucha más movilidad social.
El comienzo de la Modernidad, al menos desde
el punto de vista del pensamiento, se comienza a gestar en esta Baja Edad Media
y se cristaliza totalmente en el Renacimiento, período que comprende los siglos
XV y XVI, el cual está enmarcado fundamentalmente por el paso del pensamiento
medieval teocentrista al pensamiento moderno antropocentrista. Es decir, este
cambio significa que la vida social, cultural y política deja de girar en torno
a Dios para comenzar a gravitar en torno al hombre, su ciencia y su sabiduría.
LITERATURA MEDIEVAL TARDÍA: LA ALEGORÍA MORALIZANTE
Si el género literario por excelencia de la Alta Edad Media es, por una parte, las hagiografías (vidas de los santos), y, por otro lado, las epopeyas y los cantares de gesta (de transmisión más oral que escrita); en la Baja Edad Media ya se estableció el gusto por la alegoría para enseñar la moral cristiana como un estilo predominante. Estilo que, evidentemente, no inventó Dante en la Divina Comedia. A este respecto, opina Carbonell:
“La Divina Comedia no debe pues ser considerada propiamente como el punto de partida de la literatura italiana, sino más que nada, como el foco donde vienen a encontrarse y fundirse todas las energías poéticas desparramadas en la vida italiana de la Edad Media.”
Por lo tanto, si un factor original tiene la Divina Comedia, este no es su afán moralizante o edificante. Ese tipo de literatura ya existía, dispersa, y la Divina Comedia solamente es la obra cumbre de esa tendencia preexistente. Incluso, un gran crítico literario como Harold Bloom pone esto en tela de juicio que Dante tenga una finalidad puramente religiosa:
“Dante fue más insolente, agresivo, orgulloso y audaz que ningún otro poeta, anterior o posterior. Adaptó la eternidad a su punto de vista, y tiene muy poco en común con toda la caterva de exégetas devotamente eruditos.”
En síntesis: Dante no tuvo, al igual que los obispos escritores de la Edad Media, la única intención de moralizar y llevar por el buen camino a los lectores. Dante escribió por el propio acto de escribir: su cima literaria es la obra perfecta, la monumental obra lírico-narrativa que es la Divina Comedia. Si utiliza la alegoría, no es tanto porque el símbolo ayude a enseñar mejor la moral cristiana (como creía el propio Cristo, que predicaba con símbolos mediante sus parábolas), sino porque el símbolo y la alegoría, como estilos literarios, son cercanos al lector medieval y son formas literarias ampliamente preferidas por el gusto estético de la época. Como mucho, Dante podía estar de acuerdo con la idea medieval de que la verdadera sabiduría no es evidente, sino que está oculta en el mundo, y el símbolo, como hay que descifrarlo, está muy relacionado con dicha idea. Pero no parecen convincentes las razones religiosas para explicar el hecho de que Dante haya utilizado la alegoría como estilo.
Hay muchos símbolos en la Divina Comedia (por
eso es una alegoría), pero hay dos de ellos que son los más interesantes:
Virgilio y Beatriz.
Para Harold Bloom, Beatriz es la mejor
invención de Dante porque justamente es su manera original, extraña, única, de
concebir la sabiduría y la salvación divinas: no coincide con los símbolos que
la Iglesia Católica ha utilizado para representar la sabiduría divina.
En cuanto a Virgilio, es un poeta latino que
fue muy admirado durante la Edad Media, y Dante lo elige como símbolo de la
sabiduría humana, por dos razones importantes: 1) En su obra cumbre, “La
Eneida”, el personaje principal, Eneas, desciende a los Infiernos. El descenso
a los Infiernos para ver qué hay allí, aterrorizarse y evitar caer en el pecado
es un tema central en el imaginario medieval. 2) Se lo consideraba una especie
de profeta, porque en la Égloga IV, anunció el nacimiento de un niño que
cambiaría la vida del Imperio Romano porque haría que regresara “la edad de
oro”. Al parecer, Virgilio se refería al hijo por nacer de un emperador romano,
pero en la Edad Media se quería creer que Virgilio estaba hablando del
nacimiento de Jesús, cuarenta años antes de que naciera.
DANTE
Dante Alighieri nació en Florencia, Italia,
en 1265. Eran tiempos de conflicto entre los güelfos y los gibelinos, las dos
fuerzas políticas del momento. Los primeros reconocían como la autoridad máxima
al Sacro Imperio Romano Germánico mientras que los segundos hacían lo propio
con el Papa o Sumo Pontífice. En 1277, es decir, cuando Dante tenía doce años,
se arregló su casamiento con Gemma Donati. Sin embargo, según “La vida nueva”
(libro de Dante en verso y prosa), en esa época Dante ya estaría interesado por
Beatriz, aunque no se conocieran. Quedó huérfano de madre a los trece años.
Según “La vida nueva” el primer saludo que Beatriz le dirigió habría sido en
1283, es decir, cuando él contaba con dieciocho años. Entre los dieciocho y los
veinticinco años, Dante escribió gran parte de “La vida nueva” y las “Rimas”. Por
otra parte, a los veinte años se llevó a cabo su casamiento con Gemma. Cuando
Dante tenía treinta y cinco años, murió Beatriz.
En 1300 se dio una riña callejera entre los
dos bandos que integran el partido que gobierna: los güelfos blancos contra los
güelfos negros. Los gibelinos estaban proscriptos y solo más adelante en el
tiempo les permitieron rehacer su partido. En esa riña, murió Guido Cavalcanti,
gran amigo del poeta. En 1302 Dante es condenado al exilio debido a sus
preferencias políticas. Este peregrinaje por Italia, esta experiencia de rondar
por los pueblos sin saber bien a dónde ir ni cuándo podría volver todo a la
normalidad, le sirvió como incentivo para crear literariamente la figura del
Dante personaje extraviado en la selva oscura del pecado. Las otras dos
interpretaciones biográficas sobre el pecado de Dante son las siguientes: 1)
haberse dedicado durante mucho tiempo a la ciencia y a los saberes humanos,
olvidando y menospreciando los saberes divinos; 2) amar secretamente a Beatriz
aún estando casado con Gemma Donati.
Entre 1304 y 1306, Dante escribe “De vulgari
eloquentia” (“De la elocuencia en lengua vulgar”) y comienza la redacción de
los primeros cantos de la Divina Comedia. Esto es un dato esencial, porque
Dante no escribió su obra máxima en latín (única lengua escrita considerada
“culta” en toda Europa hasta el siglo XVII), sino en toscano, una de las tantas
lenguas “vulgares” que había por toda Europa, de la cual proviene el italiano
moderno.
Dante murió con cincuenta y tres años de
edad, en 1321.
GENERALIDADES DE LA “DIVINA COMEDIA”
Este último período de la Edad Media fue el
que vio nacer “La Divina Comedia” de Dante Alighieri (en su origen, se llamaba
solamente la “Commedia”, luego fue
rebautizada, añadiendo el adjetivo “Divina”, por Giovanni Bocaccio). El nombre
tiene que ver con que, según la división más clásica de los textos literarios,
tragedia es la caída de un héroe, personaje mejor que nosotros que pasa de un
estadio mejor a uno peor; y comedia, las peripecias y caída de personajes
iguales que nosotros, que terminan bien, alegremente.
Al parecer, el proceso de escritura de la
Divina Comedia se comprende entre 1304 y 1321, año en que muere su autor. Es un
poema alegórico de cien cantos, de algo más de un centenar de versos cada uno,
dividido en tres partes, que representan los tres reinos de ultratumba (es
decir, posteriores a la tumba, a la muerte): el Infierno, el Purgatorio y el
Paraíso. En el Infierno padecen eternamente castigados los pecadores: cada uno
tiene un castigo relativo a su pecado. Por ejemplo, los lujuriosos, que en vida
unieron sus pieles ilegítimamente, están condenados a girar en un torbellino
sin poder tocarse jamás. Ese torbellino es símbolo de sus propias pasiones
impuras (Canto V del Infierno). En el Purgatorio están quienes en vida no han
podido decidirse por el Bien o por el Mal. En el Paraíso, quienes han llevado
una vida de beatitud.
Cada una de las partes tiene treinta y tres
cantos, siendo el primer canto del Infierno una especie de prólogo, y por eso
el Infierno, en realidad, tiene treinta y cuatro. También le resultaba
importante a Dante que el Infierno fuera imperfecto, y además necesitaba que la
obra tuviera un número redondo, perfecto: cien cantos.
El tema de los números es muy importante,
porque casi todo en la obra gira alrededor del 3, que es la Santa Trinidad, es
decir, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Dante también escribió “canciones” y las
distintas secciones en que se divide este gran poema se llaman “cantos”
justamente por esa cercanía entre poesía y música que viene desde la Antigüedad
y que en la Edad Media se mantuvieron relativamente cercanas.
“La Divina Comedia” es un poema narrativo,
pues cuenta una historia: la historia de Dante y su viaje por los tres reinos
extraterrenales o de ultratumba, acompañado de su guía Virgilio (guía del
Infierno y del Purgatorio) y a la espera de encontrarse con su guía del
Paraíso, Beatriz.
Por otro lado, es un poema alegórico, es decir, una alegoría, porque se utiliza una concatenación de símbolos para referir a distintos aspectos de la realidad. Un símbolo es la representación gráfica o material de una idea o concepto. Por ejemplo, una bandera blanca, o una paloma, simbolizan la paz; un corazón simboliza el amor; un trébol de cuatro hojas simboliza buena suerte.
BIBLIOGRAFÍA
·
Alighieri, Dante. La Divina Comedia. Buenos Aires: Libertador, 2003.
·
Bloom, Harold. El canon occidental. Barcelona: Anagrama, 2013.
·
Carbonell Debali, Arturo. Lecciones de Literatura del Renacimiento.
Montevideo, Comini, 1926.
·
Hauser, Arnold. Historia social de la literatura y el arte, I. Barcelona:
Debolsillo, 2009.
·
Renucci, Paul. Dante. Buenos Aires: CEDAL, colección “Los hombres”, 1969.